Programas Al Mal Tiempo Sevillanas

jueves, 30 de octubre de 2014

La luz del LUBRICAN

Yo siempre he considerado en mi manera de entender la música por sevillanas, que para que un grupo tenga su propio estilo y personalidad, es muy importante que tenga a algún compositor dentro del mismo grupo que sepa darle su propio sello y sus propias señas de identidad, ahí tenemos los ejemplos de Pascual con los Cantores de Híspalis, José Manuel Moya y Juan Díaz con los Romeros de la Puebla, los hermanos Sánchez Berenguer y Manolo Jurado con los del Guadalquivir, a Juan Antonio Hurtado, Felipe Díaz y Alonso Pavón con Amigos de Gines, a Juanini con los Marismeños, a Guillermo Calado y Ecos de las Marismas, a Moyares y Ecos del Rocío, a los hermanos Rincón con Marisma, a los hermanos Gallardo y Senderos… y más reciente tenemos a Carlos Quintero con Cantares de Huelva, Abelardo y Antonio González con Malandar o al grupo y el autor con los que me quiero centrar hoy: Manuel Jesús López “Táchu” y LUBRICAN.

Lubrican tiene una luz, tiene la luz que desprendían los grupos de sevillanas en los años 80, los años de la bonanza musical, la luz que al caer la tarde se pierde entre los pinares del coto, la luz que desprenden las cales de su pueblo, la luz de la mirada de los niños que juegan al salir del colegio o la luz de los abuelos cuando nos hablan del Rocío de antaño.



Lubrican tiene un faro que ilumina el caminar del grupo por las difíciles sendas de este complejo mundo de las sevillanas, un faro que si tiene el apoyo que necesita iluminará también a otros muchos artistas del género porque este faro y esta luz tiene un don, y con el don se nace, ese diamante en bruto que se está puliendo él solo a base de mucho esfuerzo y trabajo, de exprimir esa creatividad que está al alcance de muy pocos, se le conoce por el sobrenombre de Táchu y es un compositor como la copa de un pino… pero de un pino de Hinojos.

Lubrican es ese clavo ardiendo al que se quieren agarrar muchos de los aficionados pesimistas que no quieren o no pueden ver que aún quedan rescoldos en la candela de las buenas sevillanas, porque Marcos, Victor y Táchu tienen en sus voces la frescura de los amaneceres de Doñana, los aromas del hinojo y la menta, la pureza de los parajes de su entorno, la elegancia de los potrillos marismeños y trasmiten con sus coplas la luz del Lubrican.



Mi abuela a mí me contaba... de un caminito que huele a pino y a sal, caminos que no se olvidan, también me dijo que existía una malvada enredadera que era una ladrona de corazones, o que un arisco Cartero se quedaba con las historias de novela y las obras de teatro, ella me decía siempre que con las cosas sencillas se puede volver a la vida, me contaba de unos lugares marismeños donde había flores de un mismo ramo y una arboleita verde, donde los niños se pasaban las horas jugando al Rocío… mi abuela a mi me contó que todo aquello ocurrió en un pueblo que es puerta del Rocío, pertenece a la provincia de Huelva y tiene el nombre de una planta aromática y medicinal: Hinojos.

¡Ojalá, al igual que esos pinares de Hinojos que como dice Feliciano Pérez son columnas que sostienen al firmamento, con el pasar de los años podamos decir que Lubrican y Táchu son pilares fundamentales donde se sostenga el firmamento sevillanero! Cualidades tienen para ello.





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