En publicaciones anteriores os he hablado del Pali, de Pepe Peregil, de los Hermanos
Reyes, y no sería fiel conmigo mismo si no dedicara unos renglones a
revolucionarios de las sevillanas, aquellos que metieron el veneno de este
cante a la mayoría de la gente de mi generación, esa misma generación que
creció viendo los payasos de la tele con el cola-cao y la nocilla, y fue la
última que disfrutó de los juegos y pregones callejeros.
Los que nos encontramos en la
cuarta década de nuestras vidas (es decir, los que superamos los 40 años de
edad), hicimos la primera comunión cuando ellos -Cantores de Híspalis- ficharon
por la discográfica Hispavox, y cuando asistíamos a la Feria y a las cruces de
Mayo sólo sonaban ellos y sus exitosas sevillanas como: a nuestro aire, harina
de maíz, Cantaré, Micifuz y Robustiana,
el carrusel de la alegría, o costalero de Sevilla.
Cuando comenzamos a salir en pandilla agarrados de la mano de la niña de nuestros ojos, sus coplas servían de cantos de sirenas para nuestros coqueteos y tatareábamos “Esa mujer”, El mundo, suspiros de Triana, la otra, Corazón de amores, Quién iba a imaginarlo....
Cantores de Híspalis destrozaron todos los cánones existentes de la música por sevillanas, y le dieron nuevas formas y una puesta en escena rompedora y atrevida subiendo al escenario a más de 80 personas.
Nos presentaban cada año el producto de una manera atractiva y diferente
y con todo eso consiguieron con su “Danza del amor” poner a bailar, a bailar a
media España, gracias entre otros factores, y al ingenio del carioco Pascual
González provocaron el grandioso boom de las Sevillanas.
Cuando disfrutaban de los placeres del éxito y de la fama les llegó el
ocaso, la vorágine de la industria discográfica a la más alta escala, las promociones
agotadoras de discos, presentaciones multitudinarias, dos o incluso tres discos
al mercado un mismo año con sus respectivas horas de composición, ensayo y
grabación, hicieron que estos cuatro hippies de poco más de 30 años cada uno y
con más de 30.000 kilómetros a sus espaldas mandasen a parar ese autobús y se
bajaran de él en plena primavera de sus vidas Rafael Ojeda “Falín” y José
Antonio de la Rua “Er Canijo”, y poco después Pascual González se independizó.
Aunque el grupo continuó muy dignamente con nuevos componentes (Carlos y Mario Ruíz), ya nada
volvió a ser igual y esos niños grandes que habían crecido escuchando a “sus”
Cantores tuvieron que vivir desde entonces oyendo una y mil veces el
extraordinario legado que en esa década prodigiosa de los años 80 dejaron
grabado.
Por fortuna y deleite de los buenos paladares a finales del año 1999,Pascual volvió a unirse a Cantores (Juani, Carlos y Mario) y desde entonces nos han dejado varios discos de colección: Sevilla reza cantando, La Taberna de los Poetas, Esta Fiesta es la caña, La gran fiesta de las Sevillanas Volumen 1 y 2 y La Pasión Según Andalucía dan muestra de extraordinario trabajo llevado a cabo en esta segunda etapa.
Ellos me metieron el veneno y aún sigo con él inyectado en mis venas,
estaré eternamente agradecido a Pascual González y a Cantores de Híspalis por
ello, Sí, yo fui un niño sevillano de los Cantores y crecí con harina de maíz!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario